Ruta de las Cuevas

A continuación se realiza una descripción de cada una de las cuevas a visitar:

1. Cueva de las Calaveras (Benidoleig)

La Cueva de las Calaveras es una cavidad de más de 900 metros de longitud, que debe su nombre a que en una expedición espeleóloga realizada en el siglo XVII fueron hallados restos de doce personas en su interior.

La ruta destaca por sus techos altos y se divide en una zona inundada de 500 metros de extensión y una zona seca de más de 400 metros que es visitable al público. Durante el recorrido se pueden observar estalactitas, estalagmitas, preciosas cúpulas de más de 20m de altura y fósiles y restos de huesos entre muchas otras cosas.

La Cueva de las Calaveras  fue habitada entre el Neandertal y el Hommo Sapiens como bien podremos intuir por los numerosos restos que encontraremos a lo largo del recorrido. La visita a la cueva genera un ambiente de paz y tranquilidad, además de ser muy interesante y divertida para los más pequeños de la casa.

2. Cueva del Canelobre (L’Atzúbia)

Esta cueva es un perfecto ejemplo de un pequeño rincón subterráneo que esconde valiosos tesoros naturales que harán de la visita una gran experiencia turística.

La cueva de Adsubia presenta un recorrido de 80 metros y unos 15 metros de desnivel. Aunque es de pequeñas proporciones, destacan importantes conjuntos de estalagmitas y estalactitas que se observan en gran número y variedad en una espectacular sala de 600 metros cuadrados. El recorrido comienza a través de un pequeño corredor que da acceso al interior de dicha sala, con una pendiente escalonada hasta el fondo de la cavidad. En este punto una plataforma permite observar de cerca los abundantes espeleotemas. Durante el retorno se abre un recorrido alternativo, igualmente escalonado, que va subiendo por la ladera de la sala, hasta un nuevo mirador, en la parte central. La visita dura 30 minutos y es apta para todos los públicos.

Horario: hay que concertar cita con el Ayuntamiento

3. Cueva del Rull

Se descubre en 1919 por José Vicente Mengual (El tío Rull) cuando al ir de cacería con su perro siguiendo un conejo, éste entró en un agujero, en el que hizo entrar también a un hurón para que lo hiciera salir, no saliendo cabeza. Al día siguiente intentó sacar unas piedras del agujero y se encontró con la cueva que lleva su apodo. En los años sesenta, debido al auge del turismo, el “tío Rull” decide abrirla al público condicionante un poco los pasillos. Actualmente es propiedad del Ayuntamiento, está condicionada y abierta al público desde el 16 de septiembre de 1995.

Es una cueva de estalactitas y estalagmitas con formaciones caprichosas de diferentes colores.